(PR/GiulianaGhignone) Leidy no pasa desapercibida nunca, su alegría y calidez son dos rasgos que con tan solo cruzar unas palabras uno puede notar y a Venado Tuerto llegó, después de atravesar una vida tan difícil como triste
“mi historia es fuerte, me gusta más hablar del “empuje”, de la voluntad, para inspirar a otras chicas. Yo nací en República Dominicana, en un pueblo muy pequeño San Cristobal, es un pueblo turístico donde están las estrellas y los estrellados. Yo estaban en el segundo bando, no tenía absolutamente nada” cuenta entre risas y con una bondad que la vida no ha sabido robarle a pesar de todo.
Un 21 de octubre del 2007 llegó a la Argentina, más precisamente a Buenos Aires, con el dolor más profundo de dejar a sus tres hijos a cientos de kilómetros. “Nunca voy a olvidar que ese día la ciudad estaba repleta de flores, yo bajé emocionada y le pregunté a un chico que estaba allí si era el país de las flores, como le habían hecho creer. Con un dejo de ironía me preguntó de dónde venía y me explicó que las flores eran solo porque ese día se festejaba el día de la madre” recuerda. Desde una estafa del taxista que las trasladó a ella y a la mujer que la trajo, hasta la angustia y tristeza por llegar con promesa de un trabajo que nunca cumplieron, “yo viví un secuestro, me despojaron hasta mis documentos” cuenta brevemente. Su recibimiento no fue para nada lo soñado y “cuando pude escapar, escapé”, al cabo de un tiempo juntó el dinero para volver cuánto antes a su país “necesitaba curar mis heridas. Creía que aquí todos eran malos”.Sin embargo, la vida tenía otros planes para ella y al cabo de 4 o 5 meses volvió por amor.
Meses antes de irse había conocido a Armando Faydella, el motivo de su regreso pero esta vez decidieron instalarse en Venado Tuerto y pudo, con su ayuda, traer también a sus hijos. Recordando sus primeros tiempos en Argentina ya en su segundo arribo Leidy cuenta que fue a “hacerse las manos” para un casamiento esperando algo extravagante como acostumbran en su país y aquí solo le propusieron colocarse un esmalte “la mujer caribeña es muy coqueta, siempre está muy prolija, no solo para ocasiones especiales. Las uñas y el peinado es lo primero que nos preocupamos y aquí no es así, la prioridad es el vestido o los zapatos”. Este fue el puntapie para decidirse a hacer aquello que tanto la apasionaba.
En la ciudad comenzó brindando sus servicios de manicuría, oficio que aprendió en su tierra natal, proponiendo una técnica que aquí no se acostumbraba y desde entonces su crecimiento no tuvo pausa.
Se formó en cuanto curso había y desde hace 7 años tiene su propio centro de estética donde junto a 6 mujeres brindan en total 15 servicios y a su vez es capacitadora.
Leidy Perez es referente no sólo en Venado Tuerto sino también en pueblos de la región y muchas mujeres no se pierden la posibilidad de visitar su local “nosotros buscamos que las clientas vengan a disfrutar y además siempre trato de transmitir este mensaje de que la mujer tiene que cuidar de ella misma, mimarse”.
Con una energía despampanante, Leidy trabaja “llueva o truene” en su negocio y sueña con abrir nuevas sucursales, proyecto que la pandemia pausó pero que “seguro ya va a llegar el momento”. “Yo le meto horas, dedicación y tiempo y nunca me faltó trabajo. En este rubro siempre de octubre a enero es época fuerte, lo mismo que en las vacaciones”. Sin dudas, una historia de perseverancia y amor por la vida y aunque al comienzo de la entrevista habló de una etapa en la que perteneció a “los estrellados” hoy es una estrella rodeada del amor de los suyos y cumpliendo sus sueños, agradecida a Dios y a todos los que desde un comienzo la acompañan.
Comentarios recientes